sábado, 18 de febrero de 2012

Tintín en Marte (2 de 5)

6. Se le da una capa generosa de látex para tapar los poros y que la chapa no se coma la pintura. Una vez se ha secado, se la da una capa de témpera blanca con algo de ocre (al contrario de lo que comúnmente se piensa, el fondo blanco puro no es el mejor para trabajar).

7. Se dibuja la cuadrícula, que sólo nos sirve para delimitar la línea de horizonte y algunas formas del fondo. Se da una capa de negro puro para en cielo.
8. Se da el tono rojizo del fondo (es Marte, no la Luna) y de la plataforma del primer plano.

9. Se pone pintura blanca en un cepillo de dientes como si de dentrífico se tratara. Con otro cepillo, se frotan con cuidado creando el "salpicado de estrellas"; es mucho más rápido y efectivo que el aerógrafo, ya que de una sola pasada salen estrellas de distintos tamaños. Se repite esta operación con rojo y luego con azul; estos colores quedan amortiguados por el negro del fondo y, aunque a simple vista no se aprecie, le dan una vidilla al cielo que sólo con el blanco no se consigue. Se vuelve a hacer con el blanco, pero esta vez sólo una franja horizontal, para remarcar la Vía Láctea. Por último, con el correcto blanco se dibuja alguna constelación famosa (en este caso, al finalizar el cuadro hice la de Orión, a la izquierda).

10. Con un color ocre pálido se delimitan las masas montañas y los volcanes.


11. Con el color rojo se les da volumen teniendo en cuenta de donde viene la luz.


12. Con el negro se hacen las sombras y los cráteres. Hay que llevar cuidado y tener en cuenta en qué tipo de imagen se basa este cuadro; como se trata de una ilustración de la llamada línea clara, no podemos entusiasmarnos llenando el cuadro de "rayitas" porque contrastaría en exceso con el original, por mucho que a uno le apetezca dibujar.
13. Con mayor motivo todavía, se trata el suelo del primer plano.

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