martes, 7 de agosto de 2012

Prometheus

ATENCIÓN, esta entrada contiene spoilers.
Natalia y yo no podíamos faltar a un estreno de Ridley Scott, máxime cuando está relacionado con la saga Alien. Si han oído que no es una precuela del mencionado "Octavo pasajero", sencillamente les han mentido. Por fin se explica porqué y cómo hay aliens y porqué nos tienen tantas ganas a los humanos. Como en todas estas historias, el director nos deja con más incógnitas con la única intención de hacer más películas, claro.
Uno de nuestros creadores con su traje espacial (o lo pillaron en Halloween, no sé).

Los personajes son bastante deficientes por simples y poco coherentes. En Alien, se nos contaba una historia con ocho "pasajeros"; aquí son necesarios una veintena, lo que los convierte en meras hamburguesas para extraterrestres y poco más. Algunas caras conocidas por el gran público:
- Idris Elba: el capitán de la nave Prometeo, Heimdall en Thor y su mejor papel, Stringer en la serie The Wire.
Stringer "The target" en The Wire 
- Noomi Rapace: no la comparen con Ripley, porque no tiene nada que ver; la muchacha está bien en su papel, que tampoco es que exija mucho. Hizo de Lisbeth Salander en la película Los hombres que no amaban a las mujeres y siguientes.

- Michael Fassbender: este hombre no deja de sorprenderme; ya lo vimos en 300 y Malditos bastardos, pero donde dejo una huella indeleble en la memoria de éste que redacta, fue en su inmejorable interpretación del Magneto joven de X-Men: Primera clase, sobre todo por la sensibilidad demostrada para hacernos comprender las sensaciones que hacen que una víctima se convierta en "el malo"; realmente, no carece de recursos este actor, y si no vean los primeros minutos de la cinta, en donde nos lo explica todo sin un solo diálogo; un androide totalmente creíble (algo que nunca, nunca, podría hacer el gran Jack Nicholson).

La Dra. Elizabeth Shaw y David explorando las tripas de la nave extraterrestre.

 -  Charlize Theron: la que mejor está (je, je, je). Bueno, fuera de bromas, es una entidad, como los clásicos de Hollywood, llena la pantalla con su sola presencia.

Meredith Vickers, dirige la expedición y hace flexiones.

El guión hace aguas por todas partes, y no me refiero solo a la parte en la que el director nos propone (a falta de otro vocablo más adecuado) al público -a través de un diálogo entre personajes- que pasemos de la teoría de la evolución entre otras lindezas acientíficas, pues al fin y al cabo los espectadores de una película de Ci-Fi vamos predispuestos a dar por buena casi cualquier cosa; no, el problema es de otra índole: la preocupación de Scott es absolutamente visual (en lo que me atrevo a denominar, en cuanto a la imagen, como verdadero espectáculo, un deleite para la vista que no deben perderse) convirtiendo la historia en un hermoso envoltorio y con un escaso contenido. Quiénes somos, De dónde venimos y otras profundas cuestiones metafísicas que han azotado las mentes de los hombres desde los albores de la humanidad, quedan aquí como meros recursos para satisfacer la necesidad de Alien que muchos tenemos, pero que difícilmente aprovarían un examen filosófico de tercera regional. El caso es que todo queda abierto para seguir con la saga y recaudar, que este Ridley no es el de Blade Runner, no nos equivoquemos, pero si le gusta este género ya tarda en verla (en 3D, por favor).