La semana pasada acabó el curso de astronomía con sesión doble; el martes sobre neutrinos y, aunque parezca mentira, me pongo colorada cuando me miras, digooo estuvo muy bien porque, al menos a mi, me abrió la mente, metafóricamente, al conocimiento de la realidad (suena espectacular, ¿eh?). El jueves, Manuel Toharia, el hombre del tiempo aquél de la 1 calvo, con barba y gafas, actual director científico de la Ciudad de la Ciencias de Valencia, nos pegó una comida de piñ... quiero decir que hizo una disertación sobre el pensamiento lateral que no es que te haga mejor persona pero ayuda más que un psicólogo en tu relación con la materia, sea esta (sí, ya no pongo acento a los pronombres relativos, soy un ciudadano bien domesticado) oscura o no.
Bueno, fuera de bromas, ha valido la pena, ha sido divertido, hemos aprendido mucho (al menos yo) y durante unas horas no hemos pensado en nuestras cositas sino en algo mucho grande e importante que el conjunto que formamos. El año que viene volveré. Me despido del cursillo con una imagen, la Gran Nube de Magallanes, una galaxia irregular, de bella factura, solo (sí, tampoco pongo acento al adverbio bla-bla-bla) visible desde el hemisferio sur.
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